Anclaje adicional coronal

En este articulo describiremos todos aquellos elementos de retención adicional habituales en el diseño de cavidades convencionales y reconstrucciones dentales, pese a que a menudo los composites, gracias a su sistema propio de microrretención, no suelen necesitarla. Todos ellos son trabas mecánicas donde el material se retiene, bien labradas en el diente remanente o bien estructuradas, que ancladas en el diente retienen por sí mismos el material

Pozos hoyos o “pits”

Son retenciones adicionales, consistentes en pequeñas perforaciones en forma cilíndrica o prismática practicadas mediante el uso de fresas redondas, piriformes, trococónicas o inclusive de cono invertido, de una profundidad entre 1 – 2 milímetros y 1,5 milímetros, que se practican en determinadas cavidades y situaciones. Servirán de elementos de anclaje, estabilización y sustentación del material de obturación en situaciones de falta de paredes coronales.

Siempre se han de hacer sobre dentina sana, dejando por lo menos medio milímetro de separación desde la línea amelodentinaria, que así garantice la integridad del esmalte.

Clásicamente se perforaban hoyos en los pisos cavitarios de las cavidades grandes tipo II, reconstrucciones cuspídeas, grandes reconstrucciónes, ángulos de las cavidades tipos III, IV y V. Es decir, en todas aquellas situaciones de cajas amplias para conferir retención o estabilidad al material de obturación. En la actualidad, en los ángulos de las cavidades tipo III y V, además de algunas indicaciones en restauraciones indirectas (inlays, facetas de los puentes Maryland, etc). También marcan el lugar a la entrada de los trépanos para colocar pins.

Surcos y rieleras.

Al igual que los hoyos, permiten al material de obturación una mayor retención al servir de traba mecánica que se opone a la desinserción del mismo. Pese que ambos términos designan canales o surcos de sección semicircular, también labrados en dentina, el término rielera se aplica habitualmente a los canales practicados verticalmente en las paredes vestibular y lingual de las cajas interproximales, mientras que los surcos se asocian a los canales practicados en el piso gingival de las mismas. Llámense surcos o rieleras, se practican en:

Paredes vestibular y lingual, y piso gingival de las cavidades tipo II. Pueden comunicarse o continuarse entre sí. Nunca practicarlas hacia o en la cara axial de esa cavidad (peligro de exposición pulpar).

Piso gingival de las cavidades tipo III, complementadas con un hoyo en el ángulo oclusal.

Paredes oclusal (o incisal) y lingual de las cavidades tipo V.

Paredes vestibular y lingual y piso gingival para reconstrucción de una cúspide, incluso dos cúspides, complementadas o no con hoyos.

Cajas

Las cajas como elementos de anclaje son cavidades usualmente estructuradas, donde alojado o prolongado el material de obturación se retiene el conjunto de la obturación.

Todas las cavidades descritas, ya desde Black, son en sí mismas cajas y añaden cuando es posible la característica de ser más anchas en profundidad, por lo que una vez endurecido el material de obturación su desinserción resulta imposible.

Así, una cavidad de tipo I, es una caja de diseño convergente a oclusal (en sentido vestíbulo – lingual) y por lo tanto retentiva.

Una caja de tipo II también tiene convergencia oclusal, y se opone a desineserciones con esa dirección y la prolongación a sus surcos o rieleras a la desinserción hacia proximal.

Por iguales razones, son cajas una cavidad ocluso – proximal o una mesio – ocluso – distal.

Las cavidades tipo III, IV, y V por sus correspondientes hoyos, surcos y rieleras. Incluso las antiguas colas de milano para retener las obturaciones tipo III y IV pueden considerarse cajas.

En general, las cajas siempre van a intentar que con su diseño retentivo, por su morfología, sea imposible la desinserción del material en la mayor cantidad de direcciones posibles.

Si bien producen fuerzas retentivas aceptables, nunca debemos olvidar que es a costa de eliminar (y perder) tejido dentinario sano.

Pins

Definición

Definidos como elementos mecánicos de anclaje o retención adicional de los materiales de obturación, fuero ampliamente utilizado hasta la aparición de los adhesivos modernos, y hasta hace poco conservan alguna indicación. Si bien el término es amplio, pues también serviría para designar un poste intrarradicular, y con varias traducciones (literalmente significa alfiler) poco a poco se ha castellanizado el vocablo y habitualmente entendemos por “pin” aquel elemento de anclaje coronal (no intrarradicular) que se aloja retentivamente sobre estructura dura dental, siempre dentina, y que a su vez retendrá el material de obturación.

Desde siglos atrás se han intentado fijaciones metálicas al diente con pérdida de substancia, pero por dificultades para horadar su estructura dura, se aprovechaba el conducto radicular. La introducción en la profesión de los motores eléctricos y la miniaturización de las brocas, permitió su desarrollo.

Markley en el 1958, introdujo el uso de los alambres cementados, para así retener amalgama en grandes reconstrucciones. Posteriormente aparecieron los pins a fricción y los pins roscados.

Composición

Se han elaborado de diversos materiales, evolucionando desde los primeros pins que se cortaban en la longitud deseada de un alambre en rollo hasta los más modernos autorroscados con diseño antiestrés mecánico.

  • Oro y plata: Materiales muy deformables y maleables, no son adecuados para el objetivo retenedor, aunque el oro no se corroe y es aceptable su biocompatibilidad. El oro se empleó para recubrir otros metales base, para evitar la oxidación de estos, hasta la aparición de los actuales con titanio.
  • Cromo – níquel.
  • Acero inoxidable. Ha sido muy empleado
  • Aleaciones de titanio. Son las de elección a día de hoy por su baja corrosión y buena biocompatibilidad, sin olvidar sus buenas cualidades mecánicas

Clasificación

Se describen tres tipos de pins en función e la técnica con la que son retenidos en la estructura dental

  • Pins cementados

Estos ya están en desuso. Los pins eran fragmentos o porciones de alambre que se comercializaban inicialmente en rollos de varios grosores, y que eran cortados en la longitud deseada. Se labraban conductos, con una broca, ligeramente más gruesos que el alambre a fin de permitir cierta holgura donde situar el agente cementante.

Posteriormente, aparecieron ya individualizados y estandarizados, en diversos grosores y longitudes, y con espiras, para así mejorar la retención del cemento.

Puesto que el conducto es más grueso que el pin, son los que menores tensiones mecánicas producen en la dentina, pero a la vez son los que menor retención al diente y los que mayor filtración marginal presentan.

Se cementaban con oxifosfato de cinc y con policarboxilatos, pero fueron rápidamente desplazados por los roscados.

  • Pins a fricción

Introducidos por Goldstein en el año 1965, eran también fragmentos cilíndricos de alambre, espirados o no, que se introducían a presión en conductos labrados en la dentina cuyo diámetro era menor que el del pin. Se suponía que la elasticidad de la dentina permitiría su fijación sin problemas; en realidad tales pins provocan tremendas tensiones mecánicas en la dentina, con microgrietas y fracturas, que provocan desde la desinserción o fractura posterior hasta molestias postoperatorias.

Por el contrario, retienen más y tienen menos filtración marginal que los cementados.

A día de hoy están en desuso, pero existía alguna comercialización hace ya algunos años, como la Unitek System.

  • Pins roscados

Estos fueron escritos en el año 1966 por Going. Estos pins se popularizaron rápidamente por la facilidad de colocación. Son pins con espiras de tornillo, que se roscan en conducto de diámetro ligeramente más estrecho que el pin, pudiendo o no cementarse.

En un principio, aunque unitarios, se roscaban mediante una llave, a mano, que encajaba en la cabeza del pin. Como es lógico pensar, el tope de roscado era muy subjetivo en función de la fuerza de la mano del odontólogo. Como veremos, el diseño se modificó posteriormente para evitar problemas de impactación excesiva, con la consiguiente tensión mecánica sobre la dentina, y la posibilidad de pasarlos de rosca.

Posteriormente se comercializaron montados sobre mandriles de un solo uso para cabeza de pieza contra ángulo de micromotor, de modo que se colocaban automáticamente. Una muesca en la cabeza del pin, permitía la rotura automática y separación del pin del mandril portador al llegar la inserción a su tope.

Provocan mucha menor tensión que los de fricción y son de los tres tipos los que menor filtración marginal producen.

Llegado a este punto, vamos a tomar este tipo de pin como cuarto modelo, dado que son los que se usaban últimamente, para describir un pin y hacer unas consideraciones respecto al diseño.

Como mencionábamos antes, en un principio se trataba de simples alambres, fragmentados al gusto de un rollo, después comercializados y estandarizados en presentación unitaria y con espiras.

Un pin actual consta de cabeza retentiva, de diversas formas dependiendo del material al retener, desde aplastada en forma de raqueta, discoidal, simplemente la varilla con espiras o piriforme, siendo ésta última la más aceptada a día de hoy, ya que es fácil compactar el material de obturación sobre ella y es muy retentiva. Es aconsejable que una vez desprendido del mandril portante, pulir o redondear la cabeza de rebabas o salientes que queden en la misma al romperse y separarse del resto del mandril. Igualmente, sucede en el caso de los pins dobles, que consisten en dos pins roscados en la misma varilla y montados sobre el mismo mandril, de forma que se suelte por rotura al llegar al tope de roscado primero un pin (el distal) y luego el otro en otro conducto.

Autor

Dr Dario Vieira Pereira

Autor del texto: Dr Dario Vieira Pereira

Licenciado en odontología. Se ha especializado con el Máster en Cirugía e implantología por la Universidad de Barcelona, y completó su formación con el Diploma de Estudios Avanzados en la Facultad de Odontología de la misma Universidad. Licenciado en Odontologia 1996-2001 Master de cirugía bucal e implantología bucofacial, Facultad de odontología, Universidad de Barcelona 2001-2004 Diploma de estudios avanzados del Doctorado con clasificación de excelente 2006.

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